CICLO LITÚRGICO

AÑO LITÚRGICO

NAVIDAD

JESÚS, MARÍA Y JOSÉ: FAMILIA HUMANO-DIVINA: LA BUENA NOTICIA DE LA NAVIDAD

Un ángel aparece en sueños a María y a José: Poned un nombre al niño 

María vivía en Nazaret, era novia de José. Se le apareció como en sueños un ángel: Alégrate, muchacha, que Dios te quiere mucho y te prepara un regalo. Cuando notes que estás embarazada, ese será el regalo. María se sonrojó: “Pero… todavía es muy pronto para eso…” “Tranquila, María, que el Espíritu del Señor sabe cómo hacer las cosas. Ahora su encargo es que cuando nazca el niño le tenéis que poner por nombre Jesús Salvador, porque viene para la salvación de todo el mundo. (Lc  1, 26-38

María, que estaba desposada con José, aunque aún no convivían y, antes de convivir con él, notó que estaba embarazada: actuaba en sus entrañas el Espíritu de Vida. José se preocupó al escuchar lo del nombre. Él prefería llamarle David por sus antepasados. Pero más le preocupó lo que diría la gente al saber que María estaba ya embarazada. Tardó aquella noche en conciliar el sueño. Luego le angustió una pesadilla: ¿Dejar mal en público a María? ¿Repudiarla en secreto? ¿Atreverse a preguntarle qué ha pasado? ¿Qué le han hecho?… La pesadilla se tornó sueño tranquilo y una visión angélica le calmó la arritmia: “José, descendiente de David, no tengas reparo en unirte a María. Al fruto de su seno le está dando aliento el Espíritu del que Vive. Dará a luz un hijo, será vuestro hijo y le pondréis por nombre Jesús, que significa el que libra del mal a su pueblo (Mt 1, 18-21). Ponedle el nombre de Jesús: Salvador, y Enmanuel: Dios con nosotros. Este niño es el Enviado que anunciaron los profetas.” (Mt 1, 18-25)

Nacimiento de Jesús 

Nace el niño Jesús en Belén, en un establo de las afueras, unos pastores felicitan a sus padres y les regalan queso mientras se oye cantar a los ángeles: “Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra, porque a todas las personas las quiere mucho Dios”.

Unos pastores pasaban la noche al raso velando el rebaño. La gloria del Señor los envolvió de claridad y se asustaron. El ángel dijo: No temáis, os traigo buena noticia, gran alegría para todo el pueblo. Ha nacido el que os libera, lo encontraréis envuelto en pañales y acostado en un pesebre, por ser alimento, pan de vida para todo el pueblo. ¡Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a todos los hombres y mujeres, porque a todos los ama el Señor (Lc 2, 8-14).

José, no tengas reparo en unirte a María (Mt 1, 20). 

Las dos anunciaciones a María y a José (Mt 1, 20 Lc) coinciden en un encargo a la madre y al padre: que pongan al niño el nombre (Consagrado, Manuel, Salvador, Jesús), porque será bendición de Dios para su familia y para la humanidad. “La Navidad manifiesta el sentido profundo de todo nacimiento” , decía el Papa Juan Pablo II (Evangelio de la vida, n.1) A la luz de este nacimiento, se comprende lo extraordinario en todo nacimiento. Padres y madres procrean los hijos que Dios les da. Dios les da los hijos que ellos procrean, Se pensó en un tiempo que la acción del Espíritu era incompatible con la relación matrimonial. Hoy reconocemos en todo nacimiento la obra de los progenitores cooperando con el Espíritu de Vida.

El ángel hace comprender en sueños a José que la criatura nace en el seno de su familia y por obra del Espíritu. “No dejes de llevarte a María contigo. No creas que porque intervenga el Espíritu tu papel está de sobra. No tienes que alejarte de ella para dejar que Dios haga algo grande con vuestra familia. No vas a entrar en competencia con el Espíritu. Tu papel es compatible con la acción de Dios y con que Jesús sea el Cristo.”

Lo que cuentan Mateo y Lucas no es propiamente un nacimiento mítico espectacular al estilo de las narraciones que ensalzaban míticamente al emperador Augusto. El evangelio pone el acento en lo misterioso del nacimiento, más que en lo excepcional. Toda criatura humana nace como Jesús: procreada por su madre y padre, y por obra del Espíritu de Vida. Así, a la luz de la Navidad, descubrimos lo prodigioso de todas las natividades humanas. En vez de medir el nacimiento de Jesús con el patrón que confunde lo divino con lo anormal, vemos los demás nacimientos a la luz de éste. El evangelista Lucas no habla de fisiología, sino de una realidad espiritual profunda: Dios se revela en la criatura nacida. Aparece en el mundo la realidad de Dios con nosotros. Jesús viene al mundo nacido de mujer (Gal 4,4) y muestra la cercanía de Dios. Se equivocaban quienes decían: “si nace como nosotros, no puede ser divino”. Se equivocaban quienes pensaban: “si violan a la madre y el desposado la acoge, o si concibe antes de la boda, no es digno ese embarazo”. María y José no pierden la virginidad al unirse para procrear, sino que se hacen vírgenes al unirse para hacerse padre y madre del fruto de su amor. Lucas y Mateo expresaron bellamente con lenguaje simbólico el misterio de la Encarnación. Cada vez que unos esposos se dan y reciben mutuamente, se hacen “vírgenes”, es decir, recipientes de gracia divina, precisamente por engendrar vida con la ayuda del Espíritu.

EUCARISTÍA DE AÑO NUEVO EN FAMILIA

+Lector/a:El Señor está con nuestra familia.

Todos/as: Él está en medio de nosotros

+Gloria a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

+ Recitamos juntos la palabra de bendición en la Biblia:

* El Señor habló a Moisés. Así bendeciréis al pueblo: El Señor te bendiga y te guarde, el Señor te muestre su rostro radiante y tenga piedad de tí. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz.       (Números, 6, 22-26)

+ Al comenzar el año, entonamos el salmo de gratitud por la vida

+ Tu Palabra me da vida, confío en Tí, Señor

  • Tu Palabra me da vida, confío en Tí, Señor

Tu palabra es eterna, en ella esperaré.

Tu palabra me guía por el camino / y me ensancha el corazón.

Tu Palabra me da vida, confío en Tí, Señor

-Recitamos la palabra del Génesis y del Evangelio sobre el misterio de la Vida.

Creó Dios al ser humano a su imagen, / varón y hembra los creó.

Y bendiciéndolos, les encargó: Creced, multiplicaos, /

 llenad la tierra y cuidadla. (Génesis 2, 27-28)

El Señor Dios modeló una figura humana de arcilla del suelo, /

sopló en su nariz aliento de vida,/

y el barro se convirtió en ser vivo. /   (Génesis 2, 7)

Al Principio ya existía la Palabra de Vida./

 La Palabra se dirigia a Dios. Y la Palabra era Dios. /

Mediante ella se hizo todo, / sin ella no se hizo nada de lo creado:

La Palabra contenía vida /y esa vida era luz para nuestro mundo…

Y la Palabra se hizo carne, / la Palabra se hizo humana,

acampó entre nosotros y vimos su gloria…

A Dios nadie lo ha visto jamás;

Es Jesucristo quien nos lo ha interpretado.

+Presentemos nuestras oraciones en unión con la Iglesia en el mundo entero:

Por la paz del mundo entero y la unión de las iglesias, roguemos al Señor.

Te rogamos oyenos

+Por todas las personas que sufren enfermedades, violencias, pobreza o injusticias, roguemos al Señor   Te rogamos oyenos

+Por nuestra familia. Para que vivamos este año en paz y concordia, ayudándonos y dándonos mutuamente fuerza de vivir, alegría y esperanza.   Te rogamos oyenos

+Por los difuntos de nuestra familia, roguemos al Señor. 

Descansen en paz y rueguen por nosotros

+ OFRECEMOS a Dios los alimentos, frutos de la tierra y del trabajo humano. Levantemos el corazón hacia la Fuente de la Vida.

Demos gracias a Dios por la vida. Que el Señor acoja nuestra vida diaria y la convierta en vida de Cristo para bien del mundo entero.

+ AGRADECEMOS la victoria de Jesús sobre la muerte, que nos da la esperanza de vivir con Él eternamente.

Le pedimos que su Espíritu  CONSAGRE Y  TRANSFORME nuestra vida en vida de Cristo para bien del mundo.

+ Nos preparamos para comulgar espiritualmente con la vida de Cristo resucitado:

Padre nuestro, que estás en el cielo/ santificado sea tu nombre; /venga a nosotros tu reino; / hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. /Danos hoy nuestro pan de cada día; / perdona nuestras ofensas, / como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; /no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.

– El Señor nos invita a recibir el pan de vida.

Señor, no soy digno / a de que vengas a mi casa, /

pero dí una sola palabra / y mi alma será sana y salva /

(Rato de silencio para recibir espiritualmente la comunión)

-Gracias, Señor, por la luz de tu Palabra y el alimento del pan de vida. Haz que seamos vida de Cristo para el mundo y que nos demos vida mutuamente.

Que Dios, todo misericordioso y todo poderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo derrame su bendición sobre nuestra familia. Amén

MIÉRCOLES DE CENIZA Y AGUA BENDITAS

RITUAL PARA BENDECIR LA CENIZA Y EL AGUA,

EN UNA REUNIÓN FAMILIAR DE LA IGLESIA DOMÉSTICA

AL COMIENZO DE LA CUARESMA

Sentada la familia alrededor de la mesa, delante de quien preside se coloca el crucifijo y, a sus lados, la bandeja con las cenizas y el recipiente con el agua.

―Dirigente: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. 

FamiliaAmén

Reunidos en familia al comenzar la cuaresma rezamos juntos pidiendo a Dios que nos bendiga para que respondamos a su llamamiento a la conversión y vivamos con alegría la fe en la vida eterna.

Lectura de la Palabra divina (2 Co 4, 6-7): Hermanos, no nos predicamos a nosotros, sino a Jesucristo, el Enviado de Dios. El Señor. Dios, que que brille la luz en las tinieblas, la ha encendido en nuestros corazones, para que reflejemos la gloria de Dios que se refleja en el rostro de Cristo. Pero este tesoro de vida eterna en nuestro interior, lo llevamos en frágiles vasijas de barro. La fuerza de vida no viene de nuestro barrro, sino del don de Dios.―Palabra de Dios. Gracias a Dios

OREMOS: Bendice, Señor, estas cenizas y esta agua. Que las cenizas, símbolo de nuestro cuerpo mortal, nos recuerden que el polvo vuelve al polvo. Que el agua, símbolo del soplo de vida que tu Espíritu infunde en nuestro barro, nos renueve la alegría de la fe y la esperanza de la vida verdadera. Derrama sobre ellas tu bendición, en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

(Se pasa la bandeja con las cenizas de mano en mano y cada uno las toma y las pone sobre su cabeza)

―Convirtámonos y creamos en el Evangelio

Convirtámonos y creamos en el Evangelio.

(A continuación, se hace la aspersión con agua bendita)

Ahora, para terminar, recitamos la salmodia y rezamos el Padre Nuestro.

―En frágiles vasijas de barro llevamos un tesoro de vida eterna

En frágiles vasijas de barro llevamos un tesoro de vida eterna

―El Señor Dios modeló al ser humano de arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida y lo convirtió en ser vivo (Genesis 2, 7)

En frágiles vasijas de barro llevamos un tesoro de vida eterna

―Creó Dios al ser humano a su imagen y semejanza, hembra y varón los creó.(Genesis 1, 27)

En frágiles vasijas de barro llevamos un tesoro de vida eterna

―El Espíritu Santo infunde soplo de vida en nuestros corazones, semilla de vida eterna

En frágiles vasijas de barro llevamos un tesoro de vida eterna

―Al envejecer nuestro exterior va decayendo, pero el interior se renueva con la gracia del Espíritu de Vida. Lo que se ve es transitorio y lo que no se ve es eterno (2 Co 4, 6-18)

En frágiles vasijas de barro llevamos un tesoro de vida eterna

―Animados por su Espíritu, rezamos al Padre con la oración de Jesús.

Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;venga a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén

Que descienda sobre la familia la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espiritu Santo Amén

―Animados a vivir con este espíritu la Cuaresma, vayamos en paz.

Demos gracias a Dios

PASCUA DE RESURRECCIÓN

En la Carta a la Iglesia de Éfeso, se nos recomienda rezar para que se nos iluminen los “ojos de la fe, los ojos del corazón”. Estos ojos no son como los ojos del cuerpo (en japonés, “nikugan”, ojo de carne). Los ojos del corazón (en japonés, “kokoro no me”) son los ojos de la fe con la que vemos al Resucitado. Con los ojos de la fe reconocemos a Jesús Resucitado. Él es “EL QUE VIVE”, EL VIVIENTE (como se le llama en el Apocalipsis 1, 18),. que vive para siempre y está siempre con nosotros, junto a nosotros, en medio de nosotros y dentro de nosotros. Y Jesús Resucitado garantiza que también nosotros viviremos para siempre “por Él, con Él y en Él”. Jesús no es un fantasma que se filtre por las paredes, ni un difunto que sale de su tumba para volver a la vida de este mundo. Jesús vivo para siempre nos sale al encuentro cada día, si tenemos abiertos los ojos de la fe para percibirlo.

Cuando el Resucitado se manifiesta ante sus discípulos, no viene desde fuera de este mundo, ni desde allá arriba en lo alto de los cielos. Se hacia presente el que estaba ya en medio de ellos, entre ellos, junto a ellos. El Resucitado se hace presente en la comunidad reunida por su Espíritu. Esta experiencia se repite cada domingo ennuestra misa: el Resucitado está en el centro de su comunidad, que se reune en la iglesia y le ve con los ojos de la fe. Esa experiencia se repite también en la intimidad de la oración en silencio, cuando nos damos cuenta de que vivimos en Él y Él vive en nuestro interior. Esa experiencia se repite también al encontrar al Resucitado en el rostro de las personas más necesitadas. La Madre Teresa hablaba de estos tres lugares o tres momentos de encuentros con el Resucitado: en el silencio de la oración personal; en la oración comunitaria, en la misa cada mañana; y en el rostro de las personas enfermas a las que atendía durante el día.

PARA REZAR EL DÍA DE PENTECOSTÉS

(Celebración en familia de la liturgia y comunión espiritual)

LECTOR: Si dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy presente, dice Jesús. El Señor está en medio de nosotros.

R: Ven, Espíritu Santo, aliento de vida, luz en el camino y prenda de esperanza

L (Conversión): Muéstranos, Señor, tu misericordia    R: Y danos tu salvación

L: Señor, ten piedad.  R: Señor, ten piedad

L: Dios misericordioso tenga piedad de nosotros, perdone nuestras culpas, sane nuestras heridas y haga crecer la semilla de vida eterna que su Espíritu de Vida plantó en nuestro interior.       R: Amén

L (Evangelio): “El Padre os enviará el Espíritu de Vida, que os lo recuerde todo.

R: Ven, Espíritu de vida, luz en el camino y prenda de esperanza

L: El mismo que resucitó al Salvador Enviado por Dios, dará vida a nuestro ser mortal por medio de su Espíritu que habita en nosotros (Rom 8, 11).

R: Ven, Espíritu de vida, luz en el camino y prenda de esperanza

C: “Si vosotros, aunque no seáis buenos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre del cielo dará Espíritu santo a quienes se lo pidan? “(Lc 11, 13)

F: Ven, Espíritu de vida, luz en el camino y prenda de esperanza

L: (Ofrenda): Presentamos ante el Señor nuestra vida diaria, con sus penas y alegrías, pidiéndole que la transforme en vida de Cristo para la vida del mundo.

R: Ven, Espíritu Santo, aliento de vida, luz en el camino y prenda de esperanza

L (Acción de gracias): Bendito sea Dios, Padre de Jesucristo, que nos bendice abundantemente por medio del Espíritu de su Enviado (Ef 1,3).

R: Ven, Espíritu de vida, luz en el camino y prenda de esperanza

L (Consagración): Jesús, en la Cena, dio gracias a Dios Padre, tomó el pan y la copa, y los repartió diciendo: “Esto es mi vida que se entrega por vosotros. Cada vez que hagáis esto, mi Presencia estará entre vosotros”. Este es el misterio de nuestra fe.

R: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección.¡Ven, Señor Jesús!

L (Comunión): Decimos la oración de Jesús, deseando recibir su pan de vida:

R: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino: hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día: perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. AMÉN.

L: Creemos en el Espíritu del Resucitado, que está viniendo siempre a nuestras vidas

R: Ven, Espíritu Santo, aliento de vida, luz en el camino yprenda de esperanza

L: Somos templos del Espíritu desde antes de nacer. El Espíritu plantó en el seno materno semilla de vida verdadera.

R: Ven, Espíritu Santo, aliento de vida, luz en el camino yprenda de esperanza

L: Jesucristo, nos invita: Quien tenga sed, que se acerque a mí y beba. De la entraña de quien cree en mí brotarán ríos de agua via.(Jn 7, 38)

R: Señor, no soy digno (a) de que vengas a mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

L: Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Mi cuerpo glorioso es el pan de vida.

Quien come este pan se une con mi vida y vivirá para siempre.(Jn 6, 51)

R: Señor, fuera de tí, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna

 (Se reparte y comparte el pan con acción de gracias. Silencio)

L (Intercesiones y bendición): Entonamos el himno del Espíritu Santo.

Ven, Espíritu Santo, y envía del Cielo un rayo de tu luz.

Ven, padre de los pobres, ven, dador de gracias, ven luz de los corazones.

Consolador magnífico, dulce huésped del alma, su dulce refrigerio.

Descanso en la fatiga, brisa en el estío, consuelo en el llanto.

¡Oh luz santísima! llena lo más íntimo de los corazones de tus fieles.

Sin tu ayuda, nada hay en el hombre, nada que sea bueno.

Lava lo que está manchado, riega lo que está árido, sana lo que está herido.

Dobla lo que está rígido, calienta lo que está frío, endereza lo que está extraviado.

Concede a tus fieles, que en Ti confían, tus siete sagrados dones.

Dales el mérito de la virtud, dales el puerto de la salvación, dales la felicidad eterna.

L: Bendice, Señor, a la familia que reza unida, y envía la Fuerza de tu Espíritu para que nos demos mutuamente la vida que de tí recibimos.

Y la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo siga derramándose sobre nosotros.

R: Amén

L: Sigamos conviviendo en paz y dándonos vida mutuamente.

R: Demos gracias a Dios

CORPUS CHRISTI

   Al celebrar hoy la solemnidad del Corpus Christi, presentaremos en el Ofertorio de la Misa el pan y el vino que representan nuestra vida cotidiana. Ofreceremos entonces a Dios lo que hacemos en nuestra vida diaria al poner en pr:actica la enseçanza de Jesºus sobre compartir el pan, la vida y la fe.

Al principio de la misa, pidiendo perdon por nuestros pecados de omision, reconoceremos que hemos dejado de compartir y de darnos vida mutuamente.

Al recibir la comunión diremos de corazón: Amén, es decir, así es, así lo creo. Creo que en la comunión está realmente presente Cristo, que quiere unirnos con Él, con la vida de su cuerpò glorioso resucitado. Diremos también: Amén, es decir, así sea. Amén es una oración con una sola palabra, con la que confesamos nuestra fe y pedimos que nos convirtamos en la vida de Cristo que recibimos.

 Al recibir la bendición de despedida pediremos a Dios que seamos capaces de transmitir  otras personas la vida y la esperanza que se nos da al recibir el cuerpo de Cristo.

Al celebrar la fiesta del Corpus queremos recordar lo principal de la enseñanza sobre este Sacramentyo de la Eucaristía. Sabemos que las celebraciones sacramentales son el modo como Cristo continúa en su Iglesia la obra de revelacjión del misterio de Dios y nuestra salvación.

 Jesucristo es el símbolo sacramental de nuestro encuentro con Dios. En el centro de todas nuestras celebraciones está  el Misterio de Jesucristo, verdadero Dios hecho hombre, que vivió, murió y resucitó para nuestra salvación. Jesucristo es el rostro visible del Dios invisible. Por eso decimos que Jesucristo es  el sacramento o el lugar o símbolo sacramental de nuestro encuentro con Dios.

Los siete sacramentos de la iglesia son señales visibles de la gracia invisible, son lugares o momentos de encuentro con Dios que se hace presente en nuestra vida.

 El más importante de todos los sacramentos es precisamente el que celebramos hoy: la Eucaristía, el sacramento del cuerpo y vida de Cristo  que nos une con su cuerpo glorioso resucitado.

Cuando expliquen a sus hijos e hijas esta presencia real de Jesús vivo en el símbolo sacramental, puede servirles de ayuda una comparación que me han oido comentar a menudo. Supongamos qu preguntan: ¿Está Jesús vivo de verdad presente en el pan de vida con el que comulgamos o es solamente ese pan un signo o símbolo de recuerdo nada más?

¿Qué responderían ustedes? La madre de un niño pequeño que se estaba preparando para su primera Comunión, me dijo una vez: Si le digo a mi hijo que ese pedazacito de pan es un signo de que Jesús se hace presente, crerá que Jesús no está ahí verdaderamente presente, que se trata solamente de un mero símbolo solamente.Pero si le digo que está verdaderamente ahí el cuerpo de Jesús, va a pensar que no debe morder o masticar ese pan.

 presente, Respondí a aquella madre: Comience usted por explicarle que hay dos clases de signos o símbolos. Unos son como una foto, otros son como un abrazo. Por ejemplo, la foto de su madre para esta criatura durante el tiempo que estuvo internado en el Centro escolar de otra ciudad lejos de casa, era un signo o símbolo que le recordaba a du madre

El tenía la foto en su mesa de estudio.Al verla le recordaba a su madre. Pero la foto era solamente un signo de recuerdo. Su madre no estaba presente allí en la habitación del inernado.Por el contrario hay otros signos o símbolos como, por ejemplo, un beso o un abrazo, que son signos de cariño, pero son algo más. El beso y abrazo que le diuo su madre cuando regresó a casa en vacaciones era un signo o simbolo de amor, pero además su madre estaba realmente presente allí en ese abrazo con todo su ser. Ese beso y abrazo no eran signos como la foto, que era solo signo de recuerdo. Sino eran símbolos en los que estasba presente la realidad que significaban. A esos signos les llamamos signos sacramentales o sacramentos. 

Si buscan en el diccionario de religión la palabra “sacramento” verán que la explicadiciendo que un sacramento es un signo visible de la gracia invisible.

Estadefinición es para ustedes, adultos, Cuando se lo expliquen a los niños y niñas pequeños será mejor que les digan sencillamente el ejemplo de la foto y el beso o abrazo.  Estos ademas de ser signo o símbolo son presencia real del amor y de la persona que te abraza.

De la Eucaristía decimos que es un signo sacramental que realiza lo que significa. No es un símbo de recuerdo como la foto, sino un símbolo de presencia real.   Jesucristo está  realmente presente en la Eucaristía, en la celebración de la Misa, en la Comunión. No es solo recuerdo sino presencia real.

   Una vez hayan entendido que la foto es un signo débil y el abrazo un signo fuerte, habrá que dar un paso más y añadir que la Eucaristía es también más que un solo abrazo. En la Comunión no solo nos abraza Cristo, sino que lo recibimos dnetro de nosotros y Él nos recibe dentro de sí, se une con nosotros íntimamente. Cometrte es ser por tí comido, dijo un poeta que escribió un poema a Cristo crucificado.   

Como leemos en el Evangeliuo según san Juan: Del mismo modo que el padre está en mí y yo en el Padre, así también yo en vosotros y vosotros en mí”.

Jesús pone la comparación de la vid y los sarmientos. “Permaneced unidos a mí, que mi vida circule por vuestras venas, que recibáis mi vida y la deis a otras personas, amando como yo os he amado” (Jn 15)

 En el sacramento de la Eycaristía, a través de las apriencias de pan y vino, por medio de las palabras de consagración, en la comunión, comiendo el pan de vida somos unidos con la vida de Cristo. Más profundo que un abrazo externo es la unión con Cristo que expresa san pablo con estas pàlabras: Vivo yo, ya no yo, sino vive en mí Cristo,

En al Comunión Cristo se hace realmentte presente y nos une con Él.También une entre sí a los que comen este pan para que formen entre todos el cuerpo místico de Cristo, la unidad de fe , esperanza y amor de cuantos comen la vida y beben la muerte de Cristo, comparten la muerte y resurrección con Él.

La vida de Cristo nos une con ´çEl, nos hace capaces de amar como Él y de darnos mutuamente la vida que de Él recibimos.

El pan eucarístico es el pan de vida que es consagrado cuando el celebrante repite las palabras de Jesús en su cena de despedida. Esto es mi cuerpo. Aquí pongo yo mi vida entera qure se entrega por vosotros. Que se parte y se reparte.   que se entrega por todas e para todas las pessoas”.

   Ao consagrar esse pão e al recibirlo se hace realmente presente en nosotors, en medio de nosotros, entre nosotros y dentro de nosotros la vida de Ctristo Resucitado, somos unidos intimamente a Él cuando lo recibimos al comulgar.

El nos recebe dentro de sua vida eterna. Quando comungamos se realiza la promessa de Jesus: “Yo vivo e vós vivereis …Eu estou em meu Pai e vós em mim e Eu em vós… Que todos sejam um como Tu, Pai, em mim e Eu em Ti, que também eles sejam um em nós”  (Jo 14, 20 e 17, 21)

   Jesus, ao partir o pão, disse na Última Ceia: “Isto é a minha vida, aqui eu ponho a minha vida. Minha vida foi dar-me aos demais. Fazei o mesmo, comunicai, compartilhai vida. E quando vós reunirdes para dar graças a Deus pela vida, fazei em minha memória”. Que saiamos da missa para voltar à vida de cada dia a conviver e dar-nos mutuamente a vida que Jesus Cristo nos dá.

CORPUS CHRISTI

EVANGELIO

 Mientras comían, Jesús tomó un pan , pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a ellos, diciendo:Tomad, esto es mi cuerpo. Y tomando una copa pronunció la acción de gracias, se la pasó y todos bebieron. Y les dijo: Esta es mi sangre, la sangre de la alianza, esta es mi vida que se derrama por todos… (Mc 14, 22-23)

 Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma pan de este vivirá para siempre… (Jn 6, 51).

HOMILÍA:

 Al celebrar hoy la solemnidad del Corpus Christi, presentaremos en el Ofertorio de la Misa el pan y el vino que representan nuestra vida cotidiana. Ofreceremos entonces a Dios lo que hacemos en nuestra vida diaria al poner en práctica la enseñanza de Jesús sobre compartir el pan, compartir la vida y compartir la fe.

Al pedir perdón, al principio de la misa, por nuestros pecados de omisión, reconoceremos las veces que hemos dejado de compartir y de darnos mutuamente vida y esperanza.

Al recibir la comunión diremos de corazón: Amén, es decr, así es, así lo creo. Creo que en la comunión está realmente presente Cristo uniéndonos con çEl, uniéndonos con la vida de su cuerpo glorioso resucitado. Diremos también : Amén, es decir, así sea. Amén es una oración con una sola palabea, con la que pedimos que nos convirtamos en Cristo; que me convierta yo en la vida de Cristo que recibo, que me convierta en vida de Cristo para los demás.

Al recibir la bendición de despedida que nos envía a vivir la fe en medio de la vida cotidiana pediré a Dios que yo sea capaz de transmitir a otras personas la vida y la esperanza que recibo al recibir el cuerpo de Cristo.

 Al celebrar la fiesta del Corpus queremos recordar lo principal de la enseñanza que aprendimos sobre este sacramento de la Eucaristía. Sabemos que los sacramentos o celebraciones sacramentales son la manera como Cristo continúa en su Iglesia la obra de la revelación del misterio de Dios y nuestra salvación.

 Jesucristo es el símbolo sacramental de nuestro encuentro con Dios. En el centro de todas nuestras celebraciobnes está el Misterio de Jesucristo, verdadero Dios hecho Hombre , que vivió, murió y resucitó para nuestra salvación. Jesucristo es el rostro visible del Dios invisible. Por eso decimos que Jesucristo es el sacramento o el lugar y el símbolo sacramental de nuestro encuentro con Dios.

 Los siete sacramentos de la iglesia son signos visibles de la gracia invisible; son lugares y momentos de encuentro con Dios que se hace presente en nuestra vida. El más importante de todos los sacramentos es precisamente el que celebramos hoy: la Eucaristía, el sacramento del cuerpo y vida de Cristo que nos une con su cuerpo glorioso Resucitado.

 Cuando expliquen ustedes a sus hijos e hijas esa presencia real de Jesús vivo en el símbolo sacramental, les puede ayudar una comparación que me han oido comentar muchas veces. Supongamos que les preguntan: ¿Está Jesús vivo de verdad presente en el pan de vida o ese pan es solamente un signo o símbolo nada más? ¿Quén contestarían ustedes? Me dijo una vez la mamá de un niño que se preparaba para la primera comunión: Si le digo a mi hijo que ese pedacito de pan es un signo de que Jesús se hace presente va a creer que no está ahí Jesús de verdad, que solo es un signo o símbolo. Pero si le digo que está verdaderamente ahí el cuerpo de Jesús va a pensar que no debe morder ese pan. Le contesté a aquella mamá: Empiece usted por explicarle que hay dos clases de signos o símbolos: unos son como una foto; otros son como un abrazo. Por ejemplo, la foto de su mamá para ese niño, durante el tiempo que estuvo internado en un colegio en otra ciudad lejos de su casa, era un signo o símboló que le recordaba a su mamá; él tenía la foto en su mesa de estudio, la miraba y le recordaba a su mamá, pero era solo un recuerdo, su mamá no estaba presente allí en su habitación del internado.  En cambio, otros signos o símbolos son como el beso y el abrazo que su mamá se le dio al volver a casa en vacaciones. Ese beso y abrazo eran un signo del cariño de su madre. Pero no eran un signo como la foto, que era un signo de recuerdo solamente. En el beso y abrazo estaba realmente presente su madre en persona. A los signos o símbolos que son como la foto les llamamos sígnos de recuerdo. A los otros signos como el beso y el abrazo les llamamos signos sacramentales o sacramentos. Si buscan ustedes en el diccionario de religion verán que en la palabra “sacramento” dice así: un signo que hace realñmente presente lo que significa; los sacramentos son signo visibles de la gracia de Dios invisible. (Bueno, esta definición es para ustedes, para las personas mayores, pero cuando se expliquen a los niños y niñas pequeños será más fácil que les pongan el ejemplo de la foto y el abrazo: la foto es un signo de recuerdo, te recuerda a tu madre; el abrazo además de signo es realidad, es presencia real de la persona que te abraza.

 Pues bien, por eso decimos que la Eucaristía no es un signo o símbolo como la foto de reuerdo, sino son signos sacramentales, signos de presencia real, signos que realizan lo que significan.Jesucristo está realmente presente en la Eucaristía y en la celebración de la Misa y la comunión, no solamente como un recuerdo sino como una presencia real

Una vez que hayan entendido que el abrazo es mucho más que la foto, habrá que añadir que la comunión es aún mucho más que el abrazo. En la comunión no solo recibes un abrazo de Cristo, lo recibes a Él dentro de tí y él te recibe a tí , es decir se une contigo.

Un poeta que escribió unos versos sobre la Última cena de Jesús escribió así sobre la comunión: “Comerte es ser comido por Tí, Señor”.  (Unamuno, Poema al Cristo de Velázquez)

Como dice Jesús en el Evangelio de San Juan: “Como el Padre está en mí y yo en él, así voy a estar yo dentro de vosotros y vosotros dentro de mí”. Pone Jesús la comparación con la vid y los sarmientos o ramas: “Permaneced unidos a mí, que mi vida circule por vuestras venas, que recibáis mi vida y que os deís unos a otros vida, como yo os la doy a vosotros, que por eso os digo que os queráis unos a otros como yo os he querido…” (Recordemos el capítulo 15 del evangelio según Juan).

En el sacramento de la Eucaristía, a través de la apariencias de pan y vino, a través de las palabras de la consagración y a través de la comunión, es decir, a través de comer el pan de vida, somos recibidos dentro de Él, unidos con Él en un abrazo profundo. En la comunión Jesucristo se hace realmente presente y nos une con él. Nos une con él y une a entre sí a quienes comen de este pan para que formen entre todos el cuerpo de místico de Cristo, la unión en la fe, la esperanza y el amor de cuantos comen este mismo pan de vida. La vida de Cristo nos une con su vida, nos hace capaces de amar como él amó y de darnos así vida mutuamente.

 El pan eucarístico es el pan de vida que ha sido consagrado al repetir el celebrante las palabras de Jesús en su cena de despedida: “Esto es mi cuerpo. Aquí pongo mi vida, que se parte y se reparte; que se entrega por todas y para todas las personas”.

Al consagrar ese pan y al recibirlo se hace presente realmente entre nosotros la vida de Jesucristo Resucitado y somos unidos íntimamente con Él.Cuando lo recibimos dentro de nosotros al comulgar, Él nos recibe a nosotros dentro de su vida eterna. Cuando comulgamos se realiza la promesa de Jesús: “Yo vivo y vosotros viviréis… Yo estoy en mi Padre y vosotros en mí, y yo en vosotros. … Que todos sean uno como Tú, Padre, en mí y yo en Tí, que también ellos sean uno en nosotros” (Jn 14, 20 y 17, 21).

 Jesús, al partir el pan, dice en la Última Cena: “Esto es mi vida, aquí pongo yo mi vida. Mi vida ha sido partirme por los demás. Haced vosotros lo mismo, comunicad, compartid, repartid vida. Y cuando os reunáis para dar gracias a Dios por la vida, haced esto en memoria mía”. Que salgamos de esta misa para volver a la vida de cada día a convivir y darnos mutuamente la vida que Jesucristo nos da.

Misa de difuntos. 2 de noviembre.

家庭で行われる追悼ミサ

ASPERSIÓN DEL ALTAR RECORDATORIO

故人の潅水

Lector: Reunidos en familia para rogar por la vida definitiva de nuestros difuntos, rociamos el altar recordatorio con agua bendita. Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia divina descansen en paz.

Todos: Y brille su espíritu con luz perpetua

Encomendando a la misericordia divina el eterno descanso de quienes recibieron la llamada para retornar a la fuente de la vida, entonamos juntos el salmo de la confianza:

El Señor es mi pastor, nada me falta / en verdes praderas me hace recostar / me conduce hacia fuentes tranquilas / y repara mis fuerzas / me guía por el sendero justo / por el amor de su nombre/ Su bondad y misericordia me acompañan / todos los días de mi vida / Habitaré en la casa del Señor / para siempre, eternamente.

El Señor, que les recibe en la vida definitiva, nos quiere dar consuelo y esperanza a quienes seguimos caminando por esta vida terrena.

-Dice el Señor: “Venid a mí, quienes estáis con cansancio y agobio, y yo os aliviaré”.

“Si el grano de trigo no cae en tierra y se abre, queda infecundo. Si cruza el umbral de la muerte y arraiga en la vida verdadera, da mucho fruto” (Mt 11 y Jn 12).

‐Yo soy la resurrección y la vida, dice el Señor (Jn 11, 25-26).

Quien cree en Tí, Señor, vivirá para siempre.

ORACIÓN 

祈願

Recuerda, Señor, a quienes has llamado de este mundo a tu presencia. Que quienes han compartido ya la muerte de Jesucristo, compartan también con Él la gloria de la resurrección.

Encomendamos a la misericordia divina el eterno descanso (nombres de los difuntos)

de…       

y de…

que han sido llamados por el Padre del cielo para retornar a la fuente de la vida.

‐Que descansen en tu luz y en tu paz, Señor, quienes salieron de este mundo hacia tu presencia; que vivan contigo eternamente. Amén.  

ASPERSIÓN DE LA FAMILIA

ご遺族の潅水

-Con la ayuda de la intercesión de nuestros difuntos, que ahora ruegan por nosotros, reconocemos nuestra necesidad de pedir perdón y deseamos reconciliarnos con Dios y con todos los hermanos y hermanas en la iglesia, en la familia y en la sociedad.  (Pausa para que cada cuál haga su confesión en silencio ante Dios)

-Señor, Dios, todo misericordioso.  Ten Piedad de nosotros

-Señor, Dios, Tú solo santo y santificador *Ten piedad de nosotros

Absolución (ゆるしの祝福)

-El Señor, Dios misericordioso, sana y purifica nuestros corazones, cura nuestras heridas, perdona nuestras culpas y nos promete la vida eterna, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.  Amén

(El celebrante hace la aspersión de la familia con agua bendita)

LECTURA DE LA PALABRA APOSTÓLICA

使徒書

‐Leemos las palabras de la Biblia para poner en manos de Dios el eterno descanso de nuestros/as hermanos/as fallecidos/as (2 Corintios 4, 14 – 5,5 ):

Lector: Aunque nuestro aspecto exterior vaya deteriorándose día a día, nuestro interior se va renovando de día en día. Porque nuestras penalidades momentáneas nos producen una riqueza eterna. Nosotros no ponemos la mira en lo que se ve, sino en lo que no se ve. Porque lo que se ve es transitorio y lo que no se ve es eterno. Sabemos que, si nuestro albergue terrestre se derrumba, tenemos una morada  eterna en los cielos. Nos la preparó el mismo Dios, y como garantía nos ha dado su Espíritu.

–Palabra de Dios.  Gracias a Dios

ALABANZAS RESPONSORIALES

賛美の答昌

-Vivimos para el Señor. Morimos para el Señor (Rom 14. 8-9).

En la vida y en la muerte somos del Señor.

-Para esto murió y resucitó Cristo

Para ser Señor de vivos y muertos

-El Espíritu resucitó a Jesús de la muerte, mora en nosotros y nos da vida (Rom 8, 11).

El Espíritu dará vida a nuestro ser mortal más allá de la muerte

– Se siembra lo corruptible, resucita incorruptible (1 Cor 15, 42-44).

Se siembra lo miserable, resucita glorioso

– Se siembra lo débil, resucita fuerte

Se siembra un cuerpo animal, resucita un cuerpo espiritual

-Encomendamos a la misericordia divina el espíritu de nuestros difuntos

Que descansen en paz y rueguen por nosotros.

‐Señor, dales el descanso eterno

Y brille para ellos la luz perpetua.

LECTURA DEL EVANGELIO

福音を告げ知らせる

Escuchamos ahora la Palabra del Evangelio. Nos la proclaman nuestros difuntos que,  nos quieren transmitir desde su vida eterna consuelo y esperanza (Lucas, 7: 11-17)

Jesús, acompañado de sus discípulos y de mucha gente, iba camino de un pueblo llamado Naím. Cuando se acercaba a la entrada del pueblo sacaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, que era viuda. Una muchedumbre del pueblo acompañaba al entierro. Al ver a la madre, Jesús sintió su pena. Acercándose al ataúd, lo tocó, sin miedo a contagiarse, y lleno de compasión sostuvo también el brazo de la madre. Luego dijo en voz alta: ¡Escúchame tú, muchacho, levántate de la muerte y entra en la vida verdadera! Dicho esto, volvió a consolar a la madre: Hermana, los restos mortales de tu hijo vuelven al polvo, pero su espíritu vive dentro de Dios y, por tanto, también dentro de tí. Así es como Dios te lo devuelve… Todos quedaron sobrecogidos y daban gracias diciendo: Dios nos ha visitado.

HOMILÍA

福音の話

Al recordar a nuestros familiares fallecidos, reconocemos que están aquí presentes, ya que están unidos con Cristo, presente en medio de nosotros y dentro de nosotros. Rezamos por ellos y con ellos, dando gracias por su vida. Y celebramos la Misa que revive la muerte y resurrección de Jesucristo. Cuando recibamos la comunión, al unirnos con el cuerpo de Cristo, estaremos más unidos que nunca con nuestros familiares difuntos. Que esta verdad de fe nos consuele, nos de esperanza y fuerza de vivir. Y que los que están ya definitivamente con el Señor nos ayuden para seguir caminando por esta vida bajo se protección.

OFERTORIO

奉献

(El celebrante ofrece, con el pan y el cáliz, la vida diaria de la familia y comunidad)

-Recibe, Señor, con el pan y el cáliz, la vida de tu hijo/a: sus penas y alegrías, trabajo y amor, salud y enfermedad, que se convierta en vida de Cristo para nuestra salvación.

-Bendito seas por siempre, Señor

CONSAGRACIÓN 

いのちのパンと杯の聖別・聖変化 

(El celebrante bendice y consagra el pan y el cáliz de vida)

-Envía, Señor, tu Espíritu, para que se haga realidad la palabra de Cristo que, en la Última Cena, tomó el pan y el cáliz, dió gracias, los bendijo y repartió entre sus discípulos diciendo: Tomen u coman; tomen y beban. Esto es mi cuerpo, esto es el cáliz de mi vida que se entrega para la salvación de todo el mundo.

-Tú dijiste, Señor, que celebremos esta eucaristía en memoria tuya. Creemos firmemente que este es el misterio de nuestra fe

Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección; ven, Señor Jesús.

COMUNIÓN

聖体拝領

-Antes de comulgar con la vida de Cristo, rezamos juntos la oración de Jesús:

Padre Nuestro, que estás en el cielo, / santificado sea tu nombre. / Venga tu reino. /Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. / Danos hoy nuestro pan de cada día. / Perdona nuestras ofensas, / como también nosotros perdonamos / a los que nos ofenden. / No nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.

Se acercan para la comunión quienes van a recibirla –extendiendo sus manos-;  o a recibir una bendición –juntando sus manos-)

-Jesucristo, Enviado de Dios, se hace aquí realmente presente entre nosotros.

 Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

-El cuerpo glorioso y la vida de Cristo. Amén

OFRENDA DE FLORES O DE INCIENSO

PALABRAS EN REPRESENTACIÓN DE LA FAMILIA

BENDICIÓN FINAL

SEMANA SANTA EN FAMILIA

En la sección latinoamericana del Centro Internacional de la diócesis de Tokyo para la Pastoral de Migraciones hemos preparado el ritual siguiente para que puedan celebrar en familia la Cena del Señor. Se puede acompañar esta celebración con las que se difunden por internet en diversas lenguas

Antes de la comida, rezamos recordando la Ultima Cena de Jesús. Sobre el mantel: pan, vino y el crucifijo. Pan y vino: signos de vida cotidiana se hacen signos sacramentales de gracia. El crucifijo, signo visible de fe, resume el misterio.

GUÍA PARA EL RITO EUCARÍSTICO EN CASA

LECTOR CELEBRANTE .En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Todos: Amén

T Que el Señor nos bendiga con su paz. T: Él está en medio y dentro de nosotros

L: Que la bendición de nuestro Señor Jesucristo se derrame sobre el mundo entero.

T: Envía, Señor, tu Espíritu y renueva la vida.

L: Reconocemos ante el Señor nuestra necesidad de sanación de cuerpo y alma; necesitamos reconciliarnos con Dios y con el prójimo.

(Pausa para confesarse en silencio ante Dios y recibir interiormente su absolucion)

L: Reconozcamos su misericordia, creyendo y confiando en el perdón. Señor, ten piedad T: Cristo, ten piedad

L: El Señor todo misericordioso perdona nuestras culpas, sana nuestras heridas y nos guía por el camino hacia la vida verdadera. T: Amén

L:OREMOS. Dios Padre y Madre, Fuente de la Vida, que has querido hacerte para nosotros pan de vida, ven a bendecir nuestra vida, transfórmala en vida eterna para la salvación del mundo y haz que vivamos dándonos vida mutuamente. Por Jesucristo Nuestro Señor. T: Amén

L: LECTURA DE UNA CARTA APOSTÓLICA (1 Corintios 11, 23-24)

Lo mismo que recibí y que venía del Señor os lo transmití a vosotros: que el Señor Jesús, la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan, dio gracias, lo partió y dijo: – Esto es mi cuerpo, esto es mi vida, que se entrega por vosotros. Haced lo mismo en memoria mía.

L: SALMO DE RESPUESTA A LA PALABRA DIVINA (Entonamos juntos, tres veces, lo siguiente):

T: Donde hay caridad y amor, allí está Dios.

El amor de Cristo nos congregó en la unidad del Espíritu

L: LECTURA DEL EVANGELIO  (Jn 13, 33…)

Hijos míos, ya me queda poco que estar con vosotros. ..Os doy un encargo nuevo: que os améis mutuamente, igual que yo os he amado, es decir, con el Espíritu de amor que derramaré sobre vosotros y os hará capaces de amar. En esto conocerá el mundo que sois mis discípulos: en que os tenéis amor entre vosotros…Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida…Dentro de poco, el mundo dejará de verme; vosotros, en cambio, me veréis, porque de la vida que yo tengo viviréis también vosotros. Aquel día comprobaréis que yo estoy identificado con el Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros.

L: OFRENDA DE LA VIDA COTIDIANA.

Recibe, Señor este pan y esta copa que representan nuestra vida diaria, sus penas y alegrías, éxitos y fracasos, salud y enfermedad, gratitud y sufrimientos, deseos y súplicas. Envía tu Espíritu, que consagre y transforme nuestra vida; que esta ofrenda se convierta en vida de Cristo para la salvación del mundo.

T: Bendito seas por siempre, Señor

L: INVOQUEMOS AL ESPÍRITU PARA QUE TRANFORME TODA VIDA EN VIDA ETERNA.  L: Ven, Espíritu de Vida, bendice y consagra estas ofrendas para que se conviertan en vida de Jesucristo y realicen su Presencia entre nosotros. Recordamos su Palabra creadora que nos dice: Esto es mi cuerpo, esto es mi vida para daros vida. Te damos gracias Señor, Vida de nuestra vida y creemos que Tú eres El Que Vive y está realmente Presente entre nosotros.

T: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección, ven Señor Jesús, ven en cada momento a nuestra vida.

L: ORACIÓN DE JESÚS Y BRINDIS DE COMUNIÓN. Decimos la oración que nos enseñó Jesús:

T: PADRE NUESTRO, QUE ESTÁS EN EL CIELO…

L: Señor, tus palabras son vida eterna, Tú eres pan de vida. Deseamos recibirte y que nos recibas dentro de ti.

T: Señor, no soy digno/a de que entres en mi casa, mas dí una sola palabra y bastará para sanarme

L: Brindamos con gratitud al recibir el cuerpo glorioso de Cristo Vivo que nos une con la vida de Cristo.

T: Amén, creemos que asi es.  Amén, pedimos que así sea.

L: INTERCESIONES FINALES. L: Te damos gracias, Señor, por el pan de tu palabra y la vida de tu pan. Te rogamos por la salud de toda vida y la convivencia en paz del mundo entero. Bendice nuestra cena y nuestra familia; envíanos a compartir el evangelio y darnos vida mutuamente. Ponemos ante Ti nuestras súplicas.

L: Por la paz entre todos los pueblos… por la salud de toda vida… por las víctimas vívas y difuntas de la pandemia… por la convivencia solidaria de toda la humanidad… por la unión de las iglesias… por la liberación de todas las personas oprimidas, empobrecidas, excluidas o discriminadas… por las víctimas de odios, guerras y violencias… por las necesidades de nuestras familias y comunidades… por nuestros difuntos y en unión con ellos…

L.Roguemos al Señor: TTe rogamos, óyenos

L: Que la bendición de Dios misericordioso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nuestra familia.

T: Amén

PARA LAS CELEBRACIONES EN FAMILIA DE LA SEMANA SANTA

(Siete palabras para cada día. Tras cada palabra, momento de silencio y meditación)

DOMINGO DE RAMOS

 Un gran gentío, llegados para la fiesta, al enterarse de que Jesús se dirigía a Jerusalén, tomaron ramos de palma y salieron a su encuentro, gritando: Bendito el que viene en nombre del Señor (Jn 12, 12-13).

 Jesús encontrço un borrico y montó en é, como predijo el profeta: el Enviado de Dios no entra en la ciudad a caballo en desfile milkitar, sino humildemente montado en borrico (Jn 12, 14 Mt 21, 4).

Cuando entró en Jerusalén la población preguntaba: ¿Quién es este? Y la multitud de seguidores respondía: El profeta Jesús de Galilea (Mt 21, 10, 11).

 Al acercarse y divisar la ciudad, dijo Jesús llorando por ella: Si tú también reconocieras hoy lo que conduce a la paz. Pero eso ahora está oculto a tus ojos (Lc 19, 41-42)

 Jesús entró en el templo y echó fuera a los que vendían y compraban en el templo. Les dijo: está escrito que mi casa será casa de oración, mientras que vosotros bla habéis convertido en cueva de ladrones (Mt 21, 10-12).

 Había algunos extranjeros entre los que habían venido al culto del festival y querían ver a Jesús. Él les dijo: Ha llegado la hora de que este hombre sea glorificado. Os aseguro que si el grano de trigo caído en tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto (Jn 12, 20-25)

 Unoide vosotros me entregará, uno que come cobnmigo (Mc 14, 16)

JUEVES SANTO

Si yo el Señor y Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis hacerlo mutuamente (Jn 13, 14).

Amaos unos a otros. En esto se verá que sois mis discípulos (Jn 13, 34)

 Dentro de poco el mundo dejará de verme; vosotros en cambio, me veréis, porque de la vida que yo tengo viviréis también vosotros. Aquel día experimentaréis que yo estoy identificado con el Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros (Jn 14, 19-20).

 Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que sigue conmigo y yo con él, ese produce mucho fruto, porque sin mí nada podéis hacer (Jn 15, 5)

Ahora estáis tristes, pero cuando volváis a verme os alegraréis, y esa alegría vuestra no os la quitará nadie (Jn 16, 22)

 Os digo todo esto para que, unidos a mí, tengáis paz: en medio del mundo tendréis apreturas; pero, ánimo, que yo he vencido al mundo (Juan 16, 33)

 No solo ruego por ellos, sino también por los que han de creer en mí por medio de sus palabras. Que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste (Jn 17, 20-21)

VIERNES SANTO

 Siento una tristeza mortal; quedáos aquí, velando conmigo… Padre, si es posible, que se aparte de mí esta Copa del sufrimiento. Pero no sehaga mi voluntad sino la tuya (Mt 26, 38-39)… Luego se levantó de la oración, se acercó a sus discípulos y los encontró dormidos de tristeza, y les dijo: ¿Por qué estáis dormidos? Levantaos y pedid no sucumbir en la prueba (Lc 22, 45-46).

 Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen ( Lc 23, 34).

 Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mc 15, 34)

 Al ver a su madre junto a la cruz y al discípulo preferido, dijo Jesús: Mujer, ese es tu hijo. Y luego al discípulo: Esa es tu madre (Jn 19, 26-27).

 Uno de los malhechores crucificados con él dijo: Jesús, cuando llegues a tu reino acuérdate de mí. Jesús le contestó: Te aseguro que hoy edstarás conmigo en el paraíso (Lc 23, 42-43)

 Tengo sed… Todo queda terminado (Jn 19, 28-30).

 Jesús gritó con voz fuerte: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Dicho esto, expiró (Lc 23, 46).

VIGILIA PASCUAL Y DOMINGO DE RESURRECCIÓN

 Jesús dijo a María: Suéltame, no me retengas, que aún no estoy arriba con el Padre. Anda, ve a decirles a mis hermanos: Subo a mi Padre, que es vuestro ; a mi Dios que es vuestro Dios. (Juan 20, 17).

 ¡Qué torpes sois y qué lentos para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No tenía el Mesías que padecer todo eso para entrar en su gloria? (Lc 24, 25).

 Jesús dijo a Tomás: ¿Porque me has visto tienes fe? Dichosos los que tienen fe sin haber visto (Jn 20, 29)

 Paz con vosotros. Como el Padre me ha enviado, os envío (Jn 20, 21)

 Recibid Espíritu Santo: a quienes perdonéis los pecados les quedarán perdonados. A quienes se los imputéis les serán imputados (Jn 20, 23)

 Simón, hijo de Juan, ¿Me amas? Lleva mis ovejas a pastar (Jn 21, 17)

 Puedes estar seguro: Si de joven tú mismo te ponías el cinturón, para ir a dónde querías, cuando seas viejo extenderás los brazos y será otro el que te ponga un cinturón para llevarte a donde no quieres (Jn 21, 18)

RESURRECCIÓN

En la Carta a la Iglesia de Éfeso, se nos recomienda rezar para que se nos iluminen los “ojos de la fe, los ojos del corazón”. Estos ojos no son como los ojos del cuerpo (en japonés, “nikugan”, ojo de carne). Los ojos del corazón (en japonés, “kokoro no me”) son los ojos de la fe con la que vemos al Resucitado. Con los ojos de la fe reconocemos a Jesús Resucitado. Él es “EL QUE VIVE”, EL VIVIENTE (como se le llama en el Apocalipsis 1, 18), que vive para siempre y está siempre con nosotros, junto a nosotros, en medio de nosotros y dentro de nosotros. Jesús Resucitado garantiza que también nosotros viviremos para siempre “por Él, con Él y en Él”. Jesús no es un fantasma que se filtre por las paredes, ni un difunto que sale de su tumba para volver a la vida de este mundo. Jesús vivo para siempre nos sale al encuentro cada día, si tenemos abiertos los ojos de la fe para percibirlo.

Cuando el Resucitado se manifiesta ante sus discípulos, no viene desde fuera de este mundo, ni desde allá arriba en lo alto de los cielos. Se hacE presente el que está ya en medio de ellos, entre ellos, junto a ellos. El Resucitado se hace presente en la comunidad reunida por su Espíritu. Esta experiencia se repite cada domingo en nuestra celebración de la Eucaristía, en la Misa. El Resucitado está en el centro de su comunidad, que se reune en la iglesia y le ve con los ojos de la fe. Esa experiencia se repite también en la intimidad de la oración en silencio, cuando nos damos cuenta de que vivimos en Él y Él vive en nuestro interior. Esa experiencia se repite también al encontrar al Resucitado en el rostro de las personas más necesitadas. La Madre Teresa hablaba de estos tres lugares o tres momentos de encuentros con el Resucitado: en el silencio de la oración personal; en la oración comunitaria, en la misa cada mañana; y en el rostro de las personas enfermas a las que atendía durante el día.

TIEMPO PASCUAL

LITURGIA PARA LOS DOMINGOS DE PASCUA

CELEBRACIÓN MULTILINGÜE CON FAMILIAS INTERNACIONALES

Primera lectura apostólica 2, 42-47 

. A diario frecuentaban el templo en grupo; partían el pan en las casas y comían juntos alabando a Dios con alegría y de todo corazón, siendo bien vistos de todo el pueblo; y día tras día el Señor iba agregando al grupo nuevos miembros que entraban por este camino de salvación…

Segunda lectura apostólica  Hechos 4, 32-35

El grupo de creyentes era constante en escuchar la enseñanza de los apóstoles y en la comundad de vida, en el partir el pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado por las muchas señales de curaciones de cuerpo y espíritu que los apóstoles realizaban. La comunidad creyente vivía muy unida y lo ten’ian todo en común, vendían posesiones y bienes y lo repartían entre todos según la necesidad de cada uno

Lectura del Evangelio Jn 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas atrancadas por miedo a las autoridades judías. Jesús entró, se puso en medio y les dijo: -Paz con vosotros… Como el Padre me ha enviado, os envío yo también. A continuación sopló sobre ellos y les dijo:  -Recibid el Espíritu Santo: a quienes reconocen sus pecados, anunciadles de parte de Dios el perdón; a quienes no los reconocen, ayudadles a reconocerlos, convertirse y creer en el perdón.

LECTURA ESPIRITUAL DE LA BIBLIA EN EL TIEMPO PASCUAL

Con la guía del Espíritu Santo, alimentamos nuestra fe meditando la Palabra de Luz que es Pan de Vida.

Hemos elegido para la liturgia de estos domingos en el tiempo de Pascua unas lecturas que nos sirvan como catequesis sobre la Resurrección. Las dos lecturas de los Hechos de los Apóstoles nos cuentan como era la vida de las primeras comunidades creyentes. Así empezó lo que estamos celebrando cuando nos reunimos el domingo para la Misa. La comunidad reunida escucha la palabra de Dios con la que alimenta su fe y rezan juntos. Presentan su vida diaria ante el altar para que el Espíritu del Señor la consagre y la transforme en vida de Cristo para la vida del mundo. Comparten la comunión del pan de la Palabra y del Pan de Vida y reciben la bendición que les envía al mundo para que vivan dándose vida mutuamente.

Así es como esas dos lecturas nos recuerdan el sentido de la Misa. En el Evangelio de hoy aprendemos cuál es la misión que Jesús Resucitado encarga a su comunidad: la envía a que viva dejándose guiar por su Espíritu y a que vaya por el mundo reconciliando y liberando.

Meditemos el mensaje de este evangelio en el que el espíritu de Jesús Resucitado nos dice cómo queire que salgamos de esta celebración dominical enviados a la vida diaria.

Por la noche de aquel día primero de la semana, Jesús Resucitado, aparece en cuerpo glorioso en medio de la comunidad de los discípulos y los saluda diciendo: Paz con vosotros. Les encarga la misión de pacificar, reconciliar y liberar del mal. Les encarga continuar la misión de Jesús, porque les envía de la misma manera que él fue enviado. “Como el Padre me envió, así os envío yo también a vosotros”. 

  Fijémonos bien: estas palabras que les dirige a los discípulos nos las dice a nosotros, a toda su comunidad. Porque en aquellos días Pedro y los demás discípulos allí reunidos no eran una jerarquía, sino una comunidad; ellos no eran todavía los primeros dirigentes del grupo de seguidores de Jesús, sino que eran la primera comunidad. El encargo de pacificar, reconciliar y liberar es una misión y tarea que Jesús encomienda a la comunidad entera, no solo a los dirigentes de la comunidad.

Jesucristo quiere que seamos, en medio del mundo, una comunidad de pacificación, reconciliación y liberación. Para que sean capaces de realizar esta tarea les da la fuerza de su Espíritu, el soplo de vida y paz con el que les ha saludado. (Esta escena en el evangelio según Juan corresponde a la venida del Espíritu Santo contada en los Hechos de los Apóstoles, Hechos, 2, 1-21).

  Jesús encarga a la comunidad la misión de vivir y caminar por el mundo haciendo lo que Él hizo, es decir: siendo distribuidores de la misericordia y la liberación. El encargo de Jesús a la comunidad es doble: pacificar y llamar a la conversión; con otras palabras, ayudar a la curación de las heridas y a la conversión de quienes las causan.

  Por eso dice Jesús: “Quienes reconozcan sus pecados o sus heridas, que reciban perdón y sanación. Quienes no lo reconozcan, que sean llamados a la conversión. Id por todo el mundo pacificando, reconciliando y liberando. Id a sanar a todas las víctimas del pecado. Id a denunciar y llamar a la conversión a sus victimadores. A quienes proclaméis el perdón de los pecados, que sean perdonados. A quienes denunciéis, que les sean imputados y que sean llamados a la conversión.

  Para que seamos capaces de cumplir este encargo de Jesús, rezamos el Padre Nuestro diciendo de corazón: Líbranos del mal.

CELEBRAR LA PASCUA EN FAMILIA O EN PEQUEÑAS COMUNIDADES.

LITURGIA PARA DOMINGOS DEL TIEMPO PASCUAL

Primera lectura apostólica 2, 42-47 

. A diario frecuentaban el templo en grupo; partían el pan en las casas y comían juntos alabando a Dios con alegría y de todo corazón, siendo bien vistos de todo el pueblo; y día tras día el Señor iba agregando al grupo nuevos miembros que entraban por este camino de salvación…

Segunda lectura apostólica  Hechos 4, 32-35

El grupo de creyentes era constante en escuchar la enseñanza de los apóstoles y en la comundad de vida, en el partir el pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado por las muchas señales de curaciones de cuerpo y espíritu que los apóstoles realizaban. La comunidad creyente vivía muy unida y lo ten’ian todo en común, vendían posesiones y bienes y lo repartían entre todos según la necesidad de cada uno

Lectura del Evangelio Jn 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas atrancadas por miedo a las autoridades judías. Jesús entró, se puso en medio y les dijo: -Paz con vosotros… Como el Padre me ha enviado, os envío yo también. A continuación sopló sobre ellos y les dijo:  -Recibid el Espíritu Santo: a quienes reconocen sus pecados, anunciadles de parte de Dios el perdón; a quienes no los reconocen, ayudadles a reconocerlos, convertirse y creer en el perdón.

LECTURA ESPIRITUAL DE LA BIBLIA EN TIEMPO PASCUAL

Con la guía del Espíritu Santo, alimentamos nuestra fe meditando la Palabra de Luz que es Pan de Vida.

Elegimos para la liturgia de los domingo en el tiempo de Pascua unas lecturas que nos sirvan como catequesis sobre la Resurrección. Las dos lecturas de los Hechos de los Apóstoles nos cuentan como era la vida de las primeras comunidades creyentes. Así empezó lo que estamos celebrando cuando nos reunimos el domingo para la Misa. La comunidad reunida escucha la palabra de Dios con la que alimenta su fe y rezan juntos. Presentan su vida diaria ante el altar para que el Espíritu del Señor la consagre y la transforme en vida de Cristo para la vida del mundo. Comparten la comunión del pan de la Palabra y del Pan de Vida y reciben la bendición que les envía al mundo para que vivan dándose vida mutuamente.

Así es como esas dos lecturas nos recuerdan el sentido de la Misa. En el Evangelio de hoy aprendemos cuál es la misión que Jesús Resucitado encarga a su comunidad: la envía a que viva dejándose guiar por su Espíritu y a que vaya por el mundo reconciliando y liberando.

 Meditemos el mensaje de este evangelio en el que el espíritu de Jesús Resucitado nos dice cómo queire que salgamos de esta celebración dominical enviados a la vida diaria.

Por la noche de aquel día primero de la semana, Jesús Resucitado, aparece en cuerpo glorioso en medio de la comunidad de los discípulos y los saluda diciendo: Paz con vosotros. Les encarga la misión de pacificar, reconciliar y liberar del mal. Les encarga continuar la misión de Jesús, porque les envía de la misma manera que él fue enviado. “Como el Padre me envió, así os envío yo también a vosotros”. 

 Fijémonos bien: estas palabras que les dirige a los discípulos nos las dice a nosotros, a toda su comunidad. Porque en aquellos días Pedro y los demás discípulos allí reunidos no eran una jerarquía, sino una comunidad; ellos no eran todavía los primeros dirigentes del grupo de seguidores de Jesús, sino que eran la primera comunidad. El encargo de pacificar, reconciliar y liberar es una misión y tarea que Jesús encomienda a la comunidad entera, no solo a los dirigentes de la comunidad.

Jesucristo quiere que seamos, en medio del mundo, una comunidad de pacificación, reconciliación y liberación. Para que sean capaces de realizar esta tarea les da la fuerza de su Espíritu, el soplo de vida y paz con el que les ha saludado. (Esta escena en el evangelio según Juan corresponde a la venida del Espíritu Santo contada en los Hechos de los Apóstoles, Hechos, 2, 1-21).

 Jesús encarga a la comunidad la misión de vivir y caminar por el mundo haciendo lo que Él hizo, es decir: siendo distribuidores de la misericordia y la liberación. El encargo de Jesús a la comunidad es doble: pacificar y llamar a la conversión; con otras palabras, ayudar a la curación de las heridas y a la conversión de quienes las causan.

 Por eso dice Jesús: “Quienes reconozcan sus pecados o sus heridas, que reciban perdón y sanación. Quienes no lo reconozcan, que sean llamados a la conversión. Id por todo el mundo pacificando, reconciliando y liberando. Id a sanar a todas las víctimas del pecado. Id a denunciar y llamar a la conversión a sus victimadores. A quienes proclaméis el perdón de los pecados, que sean perdonados. A quienes denunciéis, que les sean imputados y que sean llamados a la conversión.

 Para que seamos capaces de cumplir este encargo de Jesús, rezamos el Padre Nuestro diciendo de corazón: Líbranos del mal.

PENTECOSTÉS: VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO

PARA REZAR EL DÍA DE PENTECOSTÉS

(Celebración en familia de la liturgia y comunión espiritual)

LECTOR: Si dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy presente, dice Jesús. El Señor está en medio de nosotros.

R: Ven, Espíritu Santo, aliento de vida, luz en el camino y prenda de esperanza

L (Conversión): Muéstranos, Señor, tu misericordia    R: Y danos tu salvación

L: Señor, ten piedad.  R: Señor, ten piedad

L: Dios misericordioso tenga piedad de nosotros, perdone nuestras culpas, sane nuestras heridas y haga crecer la semilla de vida eterna que su Espíritu de Vida plantó en nuestro interior.       R: Amén

L (Evangelio): “El Padre os enviará el Espíritu de Vida, que os lo recuerde todo.

R: Ven, Espíritu de vida, luz en el camino y prenda de esperanza

L: El mismo que resucitó al Salvador Enviado por Dios, dará vida a nuestro ser mortal por medio de su Espíritu que habita en nosotros (Rom 8, 11).

R: Ven, Espíritu de vida, luz en el camino y prenda de esperanza

C: “Si vosotros, aunque no seáis buenos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre del cielo dará Espíritu santo a quienes se lo pidan? “(Lc 11, 13)

F: Ven, Espíritu de vida, luz en el camino y prenda de esperanza

L: (Ofrenda): Presentamos ante el Señor nuestra vida diaria, con sus penas y alegrías, pidiéndole que la transforme en vida de Cristo para la vida del mundo.

R: Ven, Espíritu Santo, aliento de vida, luz en el camino y prenda de esperanza

L (Acción de gracias): Bendito sea Dios, Padre de Jesucristo, que nos bendice abundantemente por medio del Espíritu de su Enviado (Ef 1,3).

R: Ven, Espíritu de vida, luz en el camino y prenda de esperanza

L (Consagración): Jesús, en la Cena, dio gracias a Dios Padre, tomó el pan y la copa, y los repartió diciendo: “Esto es mi vida que se entrega por vosotros. Cada vez que hagáis esto, mi Presencia estará entre vosotros”. Este es el misterio de nuestra fe.

R: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección.¡Ven, Señor Jesús!

L (Comunión): Decimos la oración de Jesús, deseando recibir su pan de vida:

R: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino: hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día: perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. AMÉN.

L: Creemos en el Espíritu del Resucitado, que está viniendo siempre a nuestras vidas

R: Ven, Espíritu Santo, aliento de vida, luz en el camino yprenda de esperanza

L: Somos templos del Espíritu desde antes de nacer. El Espíritu plantó en el seno materno semilla de vida verdadera.

R: Ven, Espíritu Santo, aliento de vida, luz en el camino yprenda de esperanza

L: Jesucristo, nos invita: Quien tenga sed, que se acerque a mí y beba. De la entraña de quien cree en mí brotarán ríos de agua via.(Jn 7, 38)

R: Señor, no soy digno (a) de que vengas a mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

L: Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Mi cuerpo glorioso es el pan de vida.

Quien come este pan se une con mi vida y vivirá para siempre.(Jn 6, 51)

R: Señor, fuera de tí, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna

 (Se reparte y comparte el pan con acción de gracias. Silencio)

(Intercesiones y bendición): Entonamos el himno del Espíritu Santo.

Ven, Espíritu Santo, y envía del Cielo un rayo de tu luz.

Ven, padre de los pobres, ven, dador de gracias, ven luz de los corazones.

Consolador magnífico, dulce huésped del alma, su dulce refrigerio.

Descanso en la fatiga, brisa en el estío, consuelo en el llanto.

¡Oh luz santísima! llena lo más íntimo de los corazones de tus fieles.

Sin tu ayuda, nada hay en el hombre, nada que sea bueno.

Lava lo que está manchado, riega lo que está árido, sana lo que está herido.

Dobla lo que está rígido, calienta lo que está frío, endereza lo que está extraviado.

Concede a tus fieles, que en Ti confían, tus siete sagrados dones.

Dales el mérito de la virtud, dales el puerto de la salvación, dales la felicidad eterna.

L: Bendice, Señor, a la familia que reza unida, y envía la Fuerza de tu Espíritu para que nos demos mutuamente la vida que de tí recibimos.

Y la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo siga derramándose sobre nosotros.

R: Amén

L: Sigamos conviviendo en paz y dándonos vida mutuamente.

R: Demos gracias a Dios

CORPUS CHRISTI

Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma pan de este vivirá para siempre… (Jn 6, 51).

Al celebrar la solemnidad del Corpus Christi, presentaremos en el Ofertorio de la Misa el pan y el vino que representan nuestra vida cotidiana. Ofreceremos entonces a Dios lo que hacemos en nuestra vida diaria al poner en práctica la enseñanza de Jesús sobre compartir el pan, compartir la vida y compartir la fe.

Al pedir perdón, al principio de la misa, por nuestros pecados de omisión, reconoceremos las veces que hemos dejado de compartir y de darnos mutuamente vida y esperanza.

Al recibir la comunión diremos de corazón: Amén, es decr, así es, así lo creo. Creo que en la comunión está realmente presente Cristo uniéndonos con El, uniéndonos con la vida de su cuerpo glorioso resucitado. Diremos también : Amén, es decir, así sea. Amén es una oración con una sola palabea, con la que pedimos que nos convirtamos en Cristo; que me convierta yo en la vida de Cristo que recibo, que me convierta en vida de Cristo para los demás.

Al recibir la bendición de despedida que nos envía a vivir la fe en medio de la vida cotidiana pediré a Dios que yo sea capaz de transmitir a otras personas la vida y la esperanza que recibo al recibir el cuerpo de Cristo.

  Al celebrar la fiesta del Corpus queremos recordar lo principal de la enseñanza que aprendimos sobre este sacramento de la Eucaristía. Sabemos que los sacramentos o celebraciones sacramentales son la manera como Cristo continúa en su Iglesia la obra de la revelación del misterio de Dios y nuestra salvación.

  Jesucristo es el símbolo sacramental de nuestro encuentro con Dios. En el centro de todas nuestras celebraciobnes está el Misterio de Jesucristo, verdadero Dios hecho Hombre , que vivió, murió y resucitó para nuestra salvación. Jesucristo es el rostro visible del Dios invisible. Por eso decimos que Jesucristo es el sacramento o el lugar y el símbolo sacramental de nuestro encuentro con Dios.

  Los siete sacramentos de la iglesia son signos visibles de la gracia invisible; son lugares y momentos de encuentro con Dios que se hace presente en nuestra vida. El más importante de todos los sacramentos es precisamente el que celebramos hoy: la Eucaristía, el sacramento del cuerpo y vida de Cristo que nos une con su cuerpo glorioso Resucitado.

  Cuando expliquen ustedes a sus hijos e hijas esa presencia real de Jesús vivo en el símbolo sacramental, les puede ayudar una comparación que me han oido comentar muchas veces. Supongamos que les preguntan: ¿Está Jesús vivo de verdad presente en el pan de vida o ese pan es solamente un signo o símbolo nada más? ¿Quén contestarían ustedes? Me dijo una vez la mamá de un niño que se preparaba para la primera comunión: Si le digo a mi hijo que ese pedacito de pan es un signo de que Jesús se hace presente va a creer que no está ahí Jesús de verdad, que solo es un signo o símbolo. Pero si le digo que está verdaderamente ahí el cuerpo de Jesús va a pensar que no debe morder ese pan. Le contesté a aquella mamá: Empiece usted por explicarle que hay dos clases de signos o símbolos: unos son como una foto; otros son como un abrazo. Por ejemplo, la foto de su mamá para ese niño, durante el tiempo que estuvo internado en un colegio en otra ciudad lejos de su casa, era un signo o símboló que le recordaba a su mamá; él tenía la foto en su mesa de estudio, la miraba y le recordaba a su mamá, pero era solo un recuerdo, su mamá no estaba presente allí en su habitación del internado.  En cambio, otros signos o símbolos son como el beso y el abrazo que su mamá se le dio al volver a casa en vacaciones. Ese beso y abrazo eran un signo del cariño de su madre. Pero no eran un signo como la foto, que era un signo de recuerdo solamente. En el beso y abrazo estaba realmente presente su madre en persona. A los signos o símbolos que son como la foto les llamamos sígnos de recuerdo. A los otros signos como el beso y el abrazo les llamamos signos sacramentales o sacramentos. Si buscan ustedes en el diccionario de religion verán que en la palabra “sacramento” dice así: un signo que hace realñmente presente lo que significa; los sacramentos son signo visibles de la gracia de Dios invisible. (Bueno, esta definición es para ustedes, para las personas mayores, pero cuando se expliquen a los niños y niñas pequeños será más fácil que les pongan el ejemplo de la foto y el abrazo: la foto es un signo de recuerdo, te recuerda a tu madre; el abrazo además de signo es realidad, es presencia real de la persona que te abraza.

Pues bien, por eso decimos que la Eucaristía no es un signo o símbolo como la foto de reuerdo, sino son signos sacramentales, signos de presencia real, signos que realizan lo que significan.Jesucristo está realmente presente en la Eucaristía y en la celebración de la Misa y la comunión, no solamente como un recuerdo sino como una presencia real

Una vez que hayan entendido que el abrazo es mucho más que la foto, habrá que añadir que la comunión es aún mucho más que el abrazo. En la comunión no solo recibes un abrazo de Cristo, lo recibes a Él dentro de tí y él te recibe a tí , es decir se une contigo.

Un poeta que escribió unos versos sobre la Última cena de Jesús escribió así sobre la comunión: “Comerte es ser comido por Tí, Señor”.  (Unamuno, Poema al Cristo de Velázquez)

Como dice Jesús en el Evangelio de San Juan: “Como el Padre está en mí y yo en él, así voy a estar yo dentro de vosotros y vosotros dentro de mí”. Pone Jesús la comparación con la vid y los sarmientos o ramas: “Permaneced unidos a mí, que mi vida circule por vuestras venas, que recibáis mi vida y que os deís unos a otros vida, como yo os la doy a vosotros, que por eso os digo que os queráis unos a otros como yo os he querido…” (Recordemos el capítulo 15 del evangelio según Juan).

En el sacramento de la Eucaristía, a través de la apariencias de pan y vino, a través de las palabras de la consagración y a través de la comunión, es decir, a través de comer el pan de vida, somos recibidos dentro de Él, unidos con Él en un abrazo profundo. En la comunión Jesucristo se hace realmente presente y nos une con él. Nos une con él y une a entre sí a quienes comen de este pan para que formen entre todos el cuerpo de místico de Cristo, la unión en la fe, la esperanza y el amor de cuantos comen este mismo pan de vida. La vida de Cristo nos une con su vida, nos hace capaces de amar como él amó y de darnos así vida mutuamente.

 El pan eucarístico es el pan de vida que ha sido consagrado al repetir el celebrante las palabras de Jesús en su cena de despedida: “Esto es mi cuerpo. Aquí pongo mi vida, que se parte y se reparte; que se entrega por todas y para todas las personas”.

Al consagrar ese pan y al recibirlo se hace presente realmente entre nosotros la vida de Jesucristo Resucitado y somos unidos íntimamente con Él.Cuando lo recibimos dentro de nosotros al comulgar, Él nos recibe a nosotros dentro de su vida eterna. Cuando comulgamos se realiza la promesa de Jesús: “Yo vivo y vosotros viviréis… Yo estoy en mi Padre y vosotros en mí, y yo en vosotros. … Que todos sean uno como Tú, Padre, en mí y yo en Tí, que también ellos sean uno en nosotros” (Jn 14, 20 y 17, 21).

 Jesús, al partir el pan, dice en la Última Cena: “Esto es mi vida, aquí pongo yo mi vida. Mi vida ha sido partirme por los demás. Haced vosotros lo mismo, comunicad, compartid, repartid vida. Y cuando os reunáis para dar gracias a Dios por la vida, haced esto en memoria mía”. Que salgamos de esta misa para volver a la vida de cada día a convivir y darnos mutuamente la vida que Jesucristo nos da.