Reconciliación

LA CELEBRACIÓN DEL PERDÓN: EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

ゆるしといやしの祝い。回心と和解の秘跡

Preguntas para conversar sobre la confesión y para preparar su práctica durante el día de retiro que celebramos en Adviento o en Cuaresma.

¿Por qué este título tan largo? En japonés, el título del día de retiro dice solamente: El sacramento del perdón y la sanación. ¿Es lo mismo la celebración del perdón que la penitencia? La celebración del perdón es lo principal del sacramento de la penitencia, que también se llama el sacramento de la reconciliación y conversión o, simplemente, la confesión.

O sea, ¿El sacramento de la penitencia es lo mismo que la confesión? Sí. Pero lo principal en este sacramento es la celebración del perdón y la misericordia. A veces se entiende de una manera estrecha el significado de la confesión, como si fuese solamente confesar que somos culpables de algo de lo que se nos acusa o que nos acusamos a nosotros mismos. Pero fijémonos que la palabra confesión es mucho más amplia. Por ejemplo, cuando rezamos el Credo confesamos nuestra fe. El Credo se llama confesión de fe. En la confesión confesamos, es decir, reconocemos que necesitamos el perdón y reconocemos que creemos en el perdón.

¿Qué es lo principal de la enseñanza cristiana sobre la confesión de los pecados? Tres puntos: 1) Reconocer que necesitamos pedir perdón, 2) Creer en el perdón,  y 3)  celebrar con agradecimiento la misericordia de Dios que siempre quiere perdonarnos.

 ¿Cómo y cuándo celebramos el perdón?  De muchas maneras y en muchas ocasiones, pero el momento principal de la celebración del perdón es dentro de la celebración eucarística, es decir, en la Misa. Además, en otras  ocasiones –como en este día de retiro que estamos viviendo en Adviento y Cuaresma,  celebramos el perdón en forma de confesión y absolución particular. Pero es importante recordar que, tanto la celebración del perdón al comienzo de la misa como la celebración del perdon en particular acompañados por un sacerdote, son ambas comunitarias y tienen la misma estructura: 1) reconocer personal y comunitariamente la necesidad de perdón, 2)  Creer, personal y comunitariamente, en el perdón y 3) recibir la bendición que nos cura, perdona y transforma.

¿Qué es un sacramento?  Un símbolo visible de la presencia invisible de Dios que nos bendice cuando estamos reunidos en su nombre.

¿Cuál es el símbolo en este caso? Las palabras de confesión de quien confiesa que necesita pedir perdón y las palabras de absolución de quien nos dice de parte de Dios que somos perdonados.

¿Por qué se llama confesión?

Porque confesar significa reconocer. Reconocemos la necesidad de pedir perdón, reconocemos la fe en el perdón, y reconocemos las dos caras de nuestra vida, con sus luces y sombras, a la vez que reconocemos y agradecemos la acogida por Dios de esas luces y sombras.

¿Por qué tenemos que ir a confesar con un sacerdote, en vez de hacerlo a solas con Dios? Disculpe, pero no está bien hecha esa pregunta. No nos confesamos con el sacerdote, sino nos confesamos ante Dios, acompañados por el sacerdote. La confesión no se hace ante un sacerdote como si estuviéramos delante de una ventanilla de la administración pública para pagar una multa. La persona que confiesa su necesidad de pedir perdón y el sacerdote que la acoge de parte de Dios y la acompaña de parte de la Iglesia, no están frente a frente, sino como si fueran caminando juntas, una al lado de la otra, recorriendo juntas el camino de conversión y mirando ambas hacia delante, en la misma dirección, hacia Jesucristo. En la celebración del perdón rezamos juntos y, a través de la conversación de reconocimiento y absolución, ambas personas, el celebrante y el penitente, se dirigen a Jesucristo, reconocen la necesidad de perdón y sanación, reconocen su fe en el perdón y reciben el perdón.

¿Qué confesamos en la confesión?  No sólo confesamos el pecado. Confesar significa también alabar, reconocer y manifestar. Confesamos la alabanza y gratitud. Confesamos, es decir, reconocemos la realidad de nuestras vidas con sus luces y sombras. Y confesamos la fe. “Yo confieso” significa “yo alabo la misericordia de Dios; yo reconozco que necesito pedir perdón y recibir su misericordia;  yo creo en el perdón de Dios . Confesor y penitente se ayudan así mutuamente a reconocerse pecadores perdonados, a agradecer el perdón y a confesar la fe orando juntos. La palabra de reconocimiento de quien se confiesa y la palabra de absolución de quien confirma de parte de Dios el perdón son sacramento, es decir, signo visible de gracia invisible, son símbolo de la transformación pacificadora y sanadora con la que nos cura y perdona la gracia del Espíritu del Señor.

¿Se ha celebrado siempre así este sacramento? No. Durante siglos no existió en la iglesia la celebración de la penitencia por el método de la confesión con absolución individual. Pero lo que sí existió desde el principìo y no dejará de existir, aunque se cambie la manera de expresarla, es la llamada a la conversión, la fe en el perdón como parte del Credo y la oración que nos capacita para perdonarnos mutuamente en el Padre Nuestro.

¿Qué es perdonar? ¿Es lo mismo que permitir o tolerar ? ¿No hay cosas que son imperdonables?

Perdonar no es borrar, ni limpiar, ni decir que “aquí no ha pasado nada”, porque sí ha pasado y lo mal hecho, hecho está. Perdonar es reconocer que, a pesar de todo eso, Dios nos quiere librar de la esclavitud del pecado. ““Yo, dice Jesús (el único que puede decirlo) te libero del pecado. Yo pongo una barrera entre tus pecados y tú, yo doy un corte a la cadena que te esclaviza a tus pecados. El pecado y el mal siguen estando ahí, pero yo corto la relación, la vinculación, el encadenamiento entre el pecado y tú.  ”. El perdón es liberación, penitente y confesor ruegan por esa liberación y dan testimonio juntos de recibirla. Por eso el sacramento es pacificatorio, terapéutico o sanador y fuente de alegría.

Pero ¿No juzga el sacerdote al penitente? El papel del sacerdote es más de médico o consejero que de juez. Más aún,  Penitente y confesor se ayudan mutuamente a reconocer que todos necesitamos pedir perdón, creer en el perdón y ser perdonados.

Entonces la confesión ¿no es solo “decir una lista de pecados”? Así es. La confesión no es solamente confesión del pecado, sino confesión o reconocimiento de la necesidad de dar gracias a Dios, reconocimiento de su misericordia y reconocimiento de las dos caras de nuestra propia vida, que siempre tiene a la vez luces y sombras.

¿Cómo es mejor hacer la confesión, a través de rejilla, en el confesionario o frente a frente sentados en la sala de visita? Tanto si es a través de una rejilla como si es alrededor de una mesa, lo importante es que no estemos frente a frente, sino una persona al lado de la otra y las dos de cara al crucifijo que preside el lugar: rezando juntos, reconociendo juntos la necesidad de perdón y sanación y haciendo juntos un acto de fe en el perdón y recibiendo juntos el perdón, por tanto, celebrando juntos el sacramento. Cuando se sustituye el confesionario tradicional por unos locutorios favorables al coloquio penitencial hay que evitar colocar al penitente y el sacerdote frente a frente, como ante una mesa burocrática. Conviene que su postura forme un triángulo: Penitente y confesor, en oblicuo, se orientan hacia el icono, la imagen o el crucifijo, formando un triángulo. Se rompe la imagen del examinador o el juez, e incluso la del mero terapeuta o consejero. Confesor y penitente orientan a la vez sus miradas hacia la imagen que expresa el perdón y la acogida.

 ¿Qué quiere decir “cumplir la penitencia”? No hay que entender la penitencia como si fuera un castigo, sino es mejor recomendar al penitente una oración como la que ponemos a continuación del ritual de la confesión (el salmo 51, por ejemplo). Esta oración sirve como señal de penitencia, de gratitud por el perdón recibido y como una especie de reconstituyente para fortalecernos espìritualmente.

CELEBRACIÓN COMUNITARIA DEL PERDÓN DENTRO DE LA MISA

Atención a los momentos siguientes

1 En el rito inicial

Al comenzar, nos llaman a la conversión del corazón.

(Pausa en silencio para reconciliarnos con Dios y con la comunidad eclesial, reconocer las heridas y pedir la sanación).

Señor, ten misericordia de nosotros. Porque hemos pecado contra Tí

Muéstranos, Señor tu misericordia. Y danos tu salvación.

Dios todopoderosos tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén

  1. Al cantar el Gloria

Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.

  1. Al hacer la confesión o profesión de fe, cuando rezamos el Credo.

Creo en el Espíritu Santo para el perdón de los pecados

  1. Al rezar el Padre Nuestro

– Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos…

-Líbranos de todos los males y concédenos la paz

-No tengas en cuenta nuestros pecados sino la fe de tu iglesia…

  1. Al prepararnos para recibir la comunión

-Enviado de Dios (Cordero de Dios) que quitas el pecado del mundo,…

-Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero tu palabra bastará para sanarme.